La moda de llevar tacones altos ha vuelto con mucha fuerza entre las adolescentes e incluso niñas que sucumben a la fascinación que les genera las supermodelos de pasarela, los aparadores de las tiendas de moda y sus propias mamás que utilizan este tipo de zapato torturador de pies y columnas. Esta moda ha vuelto a explotar especialmente este verano. Sólo hay que darse una vuelta por cualquier tienda de ropa de chica para comprobar que los zapatos que triunfan son esos imposibles zancos de 10 y 12 cm de alto. Los hay de todos los colores y formas, y cuanto más altos, más molan.
Es sorprendente la capacidad humana del martirio por placer. Lo vemos con el tabaco. A pesar de que hasta las cajetillas advierten explícitamente que fumar mata, el ojo y la mente del fumador ha sido capaz de eliminar de la vista ese mensaje y sigue comprando el tabaco. Pero, mientras que fumar es un placer, según cantaba Sara Montiel y ratifican los fumadores, llevar tacones es un martirio. Lo dicen las modelos y las propias usuarias y lo constatan los podólogos, traumatólogos y cirujanos que tienen llenas las consultas y listas de espera de los quirófanos por los habituales problemas de juanetes, deformaciones de los pies o las más graves desviaciones de columna vertebral. Me dirán que no todas estas dolencias son culpa de los tacones. Es verdad, como no todos los cánceres de pulmón tienen su origen en el tabaco. Pero la causa efecto está más que demostrada en ambos casos.
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